Una enorme piedra labrada que cubre más de una hectárea de superficie se alza a 1.949 metros sobre el nivel del mar en Samaipata. Es el denominado Fuerte, donde fueron esculpidos nichos, asientos, terrazas y dibujos de animales, entre otros, que datan de antes del siglo XIV.
Se trata de uno de los monumentos arqueológicos más importantes de la época precolombina no sólo de Bolivia, sino de América Latina.
El Fuerte de Samaipata, considerado la piedra tallada más grande del mundo, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1998. Antes, en 1951, se lo declaró Monumento Nacional.
Está ubicado a seis kilómetros del centro urbano del municipio del Samaipata, a 120 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz.
Según los arqueólogos, el sitio -de origen misterioso y significación desconocida- probablemente fue un centro ceremonial.
Una de las hipótesis sobre sus orígenes señala que es la obra de la cultura amazónica pre-inca chané, que esculpió figuras enfatizando las víboras y pumas, las vías acuíferas y pozos, asientos triangulares y rectangulares, nichos en bóvedas, entre otros detalles.
Se cree que más tarde fue usado como una ciudad de avanzada por los incas, en el siglo XIV. Así se constituyó en un importante centro político y administrativo, que además fue una frontera militar contra las continuas incursiones de chiriguanos y guaraníes, que hostigaban sin cesar a los incas.
Y los colonizadores españoles hicieron de esta ciudad un fuerte, debido a su estratégica ubicación.
Los restos arqueológicos
Al dejar la boletería se inicia una empinada subida que culmina en un mirador, desde donde se aprecia en su esplendor la piedra arenosa, de unos 250 metros de largo por unos 60 de ancho.
En ella hay un gran número de hornacinas (hueco abierto en un muro para colocar una urna o estatua) labradas con diseños de estilo zoomórfico.
Entre ellas destacan serpientes y jaguares, además de diseños geométricos, nichos en bóveda, asientos triangulares, canales y ranuras.
Desde lejos se puede observar, sobre la gran roca, acanaladuras de gran longitud que van en paralelo sobre una de las laderas de la piedra que se conectan en zigzag a otras más pequeñas. Los arqueólogos desconocen su utilidad, pero se sabe que los indígenas denominaron al conjunto de canales “El torso de la serpiente cascabel”.
En su punto más alto (que no se ve desde el mirador) hay un emplazamiento de nueve asientos tallados en un círculo denominado “Coro de los Sacerdotes”. Dentro de éste hay otros tres asientos orientados hacia el exterior de los otros nueve.
El círculo -probablemente de uso ceremonial- incluye diseños triangulares y rectangulares en el interior de los nichos cortados en sus paredes.
La segunda área del Fuerte era una zona administrativa y residencial. Está al sur de esa colina. Allí estaban las casas sacerdotales, al menos cinco templos o santuarios junto con otras edificaciones de menor tamaño.
De ellos sólo el recorte y las formas en sus nichos situados sobre las paredes sobrevivieron al paso del tiempo. Esos nichos varían en tamaño, forma y orientación, y fueron construidos en el período de dominio inca.
Entre ellos destaca la construcción habitacional más grande y conocida de todo el complejo llamada “kallajta”, cuya dimensión es 68 metros de largo, 15 de ancho y 12 de altura. Tiene nueve puertas, ocho en el frontal y una más en la parte posterior.
Este enclave de clima templado está rodeado de parajes naturales en los que abunda la vegetación y ríos de aguas cristalinas.
En el Museo Arqueológico de Samaipata se exponen objetos culturales hallados en excavaciones hechas en las ruinas del Fuerte, sitio turístico que presenta deterioros que demandan la atención de las autoridades.
Algunos datos del lugar
Samaipata En quechua significa “lugar de reposo entre montañas”. Está a seis kilómetros de la población del mismo nombre y colinda con una de las entradas al Parque Nacional Amboró.
Festejo Desde hace 11 años, los guaraníes realizan la vigilia y ceremonia al Lucero Guaraní del Amanecer en el Fuerte de Samaipata, cada 21 de junio. El denominado yasitata guasu koe mbiya se celebra paralelamente al solsticio de invierno que festejan los andinos.
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