“Sopocachi... de mis sueños juveniles, 15 abriles, quién volviera hoy a tener”, reza el tango “Illimani”, de Néstor Portocarrero. Desde sus inicios, este barrio se caracterizó por ser el referente cultural, artístico y bohemio, por albergar a gran parte de los poetas, escritores y artistas más sobresalientes que ha tenido la hoyada paceña.
Una colina solitaria
Según el libro Historia oral de los barrios paceños, publicado en 1998 por el municipio de La Paz, Sopocachi viene de la palabra “Sapak’achi”, que en aymara quiere decir colina solitaria en forma de punta, en referencia al Montículo. Aunque ésta no es la única versión. Otros autores mencionan que el nombre está relacionado a la “inestabilidad” de los terrenos.
Según los documentos de la Fundación Cajías, la zona de Sopocachi pertenecía a una familia de apellido Mamani. Hasta fines del siglo XIX eran tierras de pastoreo y lecherías, algunas de las que sobrevivieron hasta la década de 1960.
Ya por el año 1847, el presidente José Ballivián fijó el radio urbano incluyendo a Sopocachi y Llojeta como parte de los límites de la creciente ciudad de La Paz.
“Después de las leyes de ex vinculación (') hubo una expansión de la mancha urbana y la familia Mamani empezó a vender distintas parcelas a profesionales como la familia Balanza, Abel Soliz -uno de los reyes de la coca- y gente que tenía mucho dinero”, explica la periodista e historiadora Lupe Cajías.
La expansión urbana de 1900
En la última década de 1800, la avenida Arce había sido adornada con árboles y se constituía, junto al hipódromo de Sopocachi, en el lugar favorito de los paseos paceños, según el libro La Paz en su IV Centenario 1548-1948, publicado por el Comité Pro IV Centenario. Lo mismo pasaría tiempo después con el Montículo y sus retretas dominicales.
Alrededor de 1900, la expansión se dio también en la plaza Isabel la Católica -conocida como la plaza de Los Quioscos-, la plaza Abaroa -que hasta entonces estaba cubierta de maleza-, la avenida Arce y se realizó la apertura de la avenida Ecuador.
En 1909, cuando La Paz ya tenía 78.816 habitantes, se habilitó la avenida 6 de Agosto.
Para 1917 se acordó llevar una línea de tranvías a la zona de Sopocachi, que luego circulaba desde el centro por la avenida 6 de Agosto hasta llegar al Montículo. Décadas después lo haría el micro 2 por la avenida Ecuador.
Según Cajías, al inicio del siglo XX, es posible notar el estilo Art Deco en varias construcciones, en las que se combina la influencia arquitectónica centro europea con el paisaje de La Paz, como la Casa Montes y Goitia, las casas eran construidas para tener una vista hacia el Illimani.
Intelectualidad y tradición
Fue también durante el siglo pasado que destacadas personalidades eligieron este barrio como su lugar de residencia.
Cómo olvidar a Flavio Machicado, con sus tradicionales Flaviadas, que están a punto de cumplir 100 años. O a Cecilio Guzmán de Rojas que, según un artículo de la revista Sopocachi, publicada en la década de 1990 bajo la dirección de Huáscar Cajías, habitó una vivienda que era conocida a inicios del siglo XX como “la última casa en la punta del cerro”.
Las casas Machicado y Cajías se convirtieron en fundaciones y la de Guzmán de Rojas en museo, centros que en la actualidad forman parte de más de una docena de espacios, centros y galerías dedicados al arte y la cultura.
Sopocachi también se convirtió en el barrio de Óscar Cerruto, Julio de la Vega, Fernando Diez de Medina, Gustavo Medinaceli, Wálter Solón, Jorge Sanjinés, Gastón Ugalde, y Alfredo La Placa, que entre muchos otros forman parte de una lista enorme de personalidades que vivieron o viven en la zona.
El Montículo y el presente
Testigo del amor de cientos de parejas por décadas, el Montículo era un punto de encuentro y el corazón de Sopocachi. Allí se alberga también la plaza Juan Carlos Trujillo, donde figuran mural es de los 37 desaparecidos en la dictadura de Hugo Banzer.
Entre sus características principales está la portada, que data de 1776 de un barroco tardío, la fuente de Neptuno, la glorieta y el templo de la Inmaculada Concepción, cuya Virgen apareció en el Montículo y resistió el incendio de la primera capilla del lugar, misma que fue reabierta el 8 de diciembre de 1896 y cuya fecha desde entonces se instituyó para celebrar la fiesta del barrio.
Según la Sociedad de Estudios del Patrimonio Cultural de La Paz, existen alrededor de 40 construcciones patrimoniales, reconocidas y no, en Sopocachi.
Ellas conviven con los nuevos edificios y oficinas que han dejado de lado un tanto al barrio residencial para convertirlo en comercial, para pesar de muchos sopocacheños, según la presidenta de la junta de vecinos del barrio, Rebeca Cabrera. “Antes podíamos apreciar el Illimani, ahora no”, dice.
Actualmente Sopocachi tiene alrededor de 8.700 a 9.000 habitantes, según datos de la junta de vecinos de este barrio, en proyección al censo del 2001 hecho por el INE.
Rebelde y joven
La revolución Durante la revolución de 1952, uno de los objetivos de los combatientes era tomar el Montículo desde donde se divisaban varios puntos de interés como el Colegio Militar y el Estado Mayor. Allí se libró una lucha de dos días con los militares que finalmente fue ganada por los revolucionarios.
Masacre Las ideas de cambio y la represión tienen su símbolo en la masacre de la calle Harrington (actual Mártires de la Democracia) donde en 1981 ocho líderes del MIR fueron asesinados por la dictadura de Luis García Meza.
Tania Cerca al Montículo vivió Tania, la única mujer que formó parte de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia.
Pionera En la Iglesia de la Inmaculada Concepción, en el Montículo, se realizó la primera misa a Go Go en la década de 1960, en la que se incluyeron guitarras eléctricas y otros instrumentos no tradicionales.
Inseguridad e indiferencia
Para la presidenta de la Junta de Vecinos de Sopocachi, Rebeca Cabrera, el mayor problema que enfrenta la zona es la inseguridad. Para solucionar esta situación se estableció el programa “Sopocachi zona segura”. Sin embargo, las rondas policiales no parecen ser suficientes.
“Ahora hay un módulo policial en la plaza Abaroa y algunos locales que estaban en el lugar se fueron a otras zonas, pero a partir de la 1:00 no hay mucha seguridad”, señala Cabrera.
Por otro lado está la indiferencia a la hora de participar activamente en las acciones de la junta de vecinos, esto por el tiempo y porque muchos son vecinos nuevos que han migrado de El Alto y otras zonas aún no tienen un sentido de pertenencia con el barrio.