domingo, 25 de marzo de 2018

3 lugares para visitar en Semana Santa en La Paz


Visitas a las bodegas de vino  en Luribay para quienes quieran disfrutar de la belleza de los valles paceños. Descenso en cable (zipline) entre la exuberante vegetación de los Yungas   o escala a las alturas del Huayna Potosí, para los que busquen aventura son algunas sugerencias para aprovechar este feriado de Semana Santa.

 Los precios de los paquetes preparados por la empresa estatal de turismo BOLTUR  oscilan desde los  240 a  los 500 bolivianos. Están pensados para un día o dos jornadas y una noche.

Vino del valle de  Luribay


Luribay conforma, junto a Sapahaqui y Caracato, el corazón de los valles del departamento de La Paz. Este municipio, famoso por su  producción  de frutas y la fabricación de vinos, es el destino de un paquete de dos días: el viernes 30 y el sábado 31 de marzo.

 La partida será a las 6:00, de las oficinas de BOLTUR en la plaza Murillo, y se prevé la llegada a Luribay a  las 10:30. Una degustación de frutas iniciará el recorrido. Continuará con  un paseo por  al valle y una visita a  la bodega Colonial Peña Colorada, donde habrá cata y degustación de vinos y singanis. En  la noche se llevará a cabo una noche cultural con la presentación de grupos  de música y de danza del lugar.

 En el segundo día,  los visitantes harán un recorrido por la bodega La Cabaña y el Museo familiar Rivera. Después del almuerzo, a  las 15:00, partirá el bus de regreso y se estima su llegada a La Paz para las 19:30. El costo del paquete es de 490 bolivianos para turistas bolivianos y  530 para extranjeros. El monto cubre una noche de hospedaje, transporte, guía local, desayuno, almuerzos, cena, refrigerio y una botella de vino.

Tirolesa en los Yungas


El   zipline o tirolesa  consiste en desplazarse por uno o dos cables de acero, que están extendidos a lo largo de varios metros, y sujetos en cada lado a árboles. Esta actividad será la estrella en el paseo de un día en los Yungas: de   8:30 (partida)  a 20:10 (retorno).

El  tour pasará por la carretera antigua, conocida como “Camino de la muerte”. Habrá paradas en  el Puente del diablo, San Juan y  algunos miradores. En la comunidad de Carmen de Chicalulo  los visitantes  harán zipline, previa explicación de seguridad, y visitarán la  laguna natural.

El costo de la excursión es de 240 bolivianos para visitantes bolivianos y  286 para extranjeros. El monto cubre el transporte, equipo para realizar el zipline y guías especializados.


Escalada al Huayna


No sólo por su cercanía a La Paz sino también por su imponente belleza y  los  retos que representa, el nevado Huayna Potosí es uno de los destinos más populares para excursiones de un día.

El viernes, la salida será a las  8:00, de la estación del  teleférico Rojo de El Alto, y el regreso  está previsto para las 17:40. Entre las atracciones del recorrido se consignan la visita al Mirador Apacheta Jilarata, desde donde se aprecia al Huayna,  y al Cementerio Milluni, famoso por conservar antiguas tumbas.

Al mediodía se estima que el grupo llegue al campo base de la montaña, desde donde harán una corta caminata hasta llegar al Glacial Viejo. Ahí se realizará la escalada. El costo del paquete es de  229 bolivianos  para turistas  locales  y 286 bolivianos para extranjeros.

Fragmentos arqueológicos del lago Titicaca


En los últimos años fragmentos arqueológicos fueron hallados en las profundidades del lago Titicaca.  El patrimonio de este único, y hoy amenazado cuerpo de agua, no se  limita a las profundidades. En los municipios ubicados en sus orillas    se han  identificado más de 3.000 sitios arqueológicos, gran parte en tierra firme.

El Proyecto del Lago que trabaja desde  2016 con 13 municipios tienen como  objetivo  contribuir a mejorar la gestión comunitaria del patrimonio cultural de la cuenca del lago Titicaca y promover el desarrollo del turismo.

Tiquina, Copacabana, Escoma, Santiago de Huata, Guaqui, Pucarani, Puerto Acosta, Carabuco, Ancoraimes, Tiwanaku, Puerto Pérez, Batallas y Tito Yupanqui promulgaron sus leyes de protección del patrimonio cultural arqueológico, luego de la capacitación de líderes en los municipios con quienes se trabajó en el proyecto de estas normativas.

Que cada municipio cuente con una Ley de Protección al Patrimonio Cultural determina la  asignación presupuestaria para la gestión del patrimonio arqueológico/turístico.

Una ley para el patrimonio

Sea en la parte más alta de sus montañas, en donde los restos arqueológicos atestiguan el paso del tiempo que se ha convertido en miles de años, en el agua cristalina que baña los sembradíos de haba hasta llegar al lago o en sus secretos subacuáticos, cada uno de estos municipios tiene atractivos en los que se trabaja   para visibilizarlos  al turismo nacional e internacional, y cuyo potencial es ilimitado.

“Hay siete emprendimientos que están en varios de estos municipios relacionados con  el turismo cultural (...).  Algunos están relacionados a la artesanía, a la comida típica, visitar lugares arqueológicos y paisajes, entre otros”, destaca la asistente técnica de la Cooperación Técnica Belga (CTB) del proyecto del lago, Cécile Roux.

El objetivo del Proyecto del Lago  es “contribuir a mejorar la gestión comunitaria del turismo y seguidamente avanzar en la promoción de turismo comunitario” y es ejecutado   por la CTB y el Ministerio de Culturas y Turismo con el financiamiento del Reino de Bélgica y del Tesoro General de la Nación.

Actualmente, el Reino de Bélgica  financia junto con  la Unesco el proyecto a diseño final del museo subacuático que se construiría en Tiquina.

El proyecto concluirá en 2019. Una de las metas para entonces es fortalecer los siete emprendimientos, tomando en cuenta sus necesidades particulares.

Para el relacionador comunitario del Proyecto del Lago-CTB, Franz Laime, el fortalecimiento  y  fomento al turismo comunitario es un paso para que se generen recursos económicos en los municipios.

“En el proyecto se ha incorporado el componente de investigación. Tenemos el apoyo de la Universidad de Bruselas y la UMSA. El potencial de turismo comunitario en estos municipios  no solamente se aboca al patrimonio arqueológico terrestre y subacuático sino que se complementa con la riqueza de    la fauna, la flora y las expresiones culturales”, detalla Laime.

De esta forma,  se pretende que   la  migración a las ciudades no sea la única alternativa para los jóvenes que quieren una mejor calidad de vida, que resulta en la pérdida progresiva de su identidad cultural.

Templo dentro de la montaña

  El municipio Tito Yupanqui  tiene alrededor de 6.200 habitantes, una cancha de fútbol con césped natural a orillas del Lago Sagrado, la ruta 8, el centro ceremonial Inka Pukara, entre otros. Tiene también vertientes de agua cristalina que descienden  por las montañas y una pequeña gruta en  una montaña.

Desde la montaña rocosa  en el frontis de la  gruta, el paisaje  se prolonga hacia un horizonte en donde el cielo y el agua comparten los tonos celestes y azules profundos hasta donde alcanza la vista.
“Hemos hecho las gradas y todas las obras necesarias para ascender a la gruta con miras a convertirla en un destino turístico (...). Nosotros decidimos  optar por el turismo comunitario porque ya no tenemos más terrenos para ampliar nuestros cultivos”, destaca el concejal Roberto Pocho, de Tito Yupanqui.

Para  las concejalas  Marta Ramos y Elena Acho, no siempre se encuentra apoyo de las autoridades gubernamentales para desarrollar el turismo en pequeños municipios.

Su sueño se enfoca  en atraer turistas que aprecien la naturaleza, “desconectarse” de la ciudad y el estrés. “El plan a mediano paso es lograr construir un albergue comunitario”, acota Ramos.

En Huatapampa, comunidad de Tito Yupanqui, está la Isla del Amor, nombre que le debe a la historia de un triángulo amoroso que termina en tragedia. Dice la tradición que si una pareja visita el lugar contraerá matrimonio.

En el lugar, se observa lo que en la comunidad se conoce como “caracoles petrificados”, una gran cantidad de aves que disfrutan del agua del lago que aún es cristalina,  mientras flores de todos los colores crecen a su alrededor.

Sahuiña y su albergue

 La localidad de Sahuiña, a pocos minutos de Copacabana, tiene un flamante  albergue que no puede ser utilizado porque no tiene camas, agua ni luz.

 El albergue fue construido por ocho familias   con fondos del Programa Nacional de Turismo Comunitario.  Sin embargo, la comunidad habitada por 120 familias, alrededor de 600 personas,   no estuvo de acuerdo con darles agua.

El presidente del emprendimiento, Simón  Kantuta, manifiesta que es necesaria la buena voluntad de la comunidad, ya que depende de  los dirigentes agilizar las gestiones para brindarles un servicio por el cual pagarán.

“Falta complementar con cañerías. Nosotros nos hemos quedado sin fondos porque hemos invertido todo en adquirir el terreno y poner la contraparte. Necesitamos que el albergue comience a funcionar de una vez, pero creo que va a tardar un poco más”, explica Kantuta.

Sahuiña se destaca por sus islas flotantes, sus criaderos de  peces, el observatorio flotante de la rana gigante del lago, los paseos y la gastronomía.

Las familias que apostaron por invertir en el albergue se han capacitado para recibir a los turistas. Su  población, como la mayoría de las comunidades alrededor de lago Titicaca, ha vivido de la pesca.

La contaminación del lago ha hecho que ya no sea una actividad rentable. Antes, Kantuta echaba sus redes cerca de la orilla y pescaba fácilmente. Hoy se va en bote  muy lejos de la orilla y duerme en la embarcación para  obtener algo.

“Los peces se mueren. Antes había varias especies, ahora sólo hay pejerrey y trucha. Antes pescábamos 10 arrobas de pejerrey en una noche, ahora entre una a cinco libras no más”, relata Kantuta.

Las actividades que eran la esencia de la subsistencia de las poblaciones alrededor del lago son afectadas por la contaminación y la falta de terrenos cultivables, una situación que parece no alarmar lo suficiente a las autoridades.

“Queremos que  nuestro lago no muera y que las personas conozcan  que hay muchos tesoros por conocer ”, concluye Kantuta.

Ahí donde el cielo se une al agua, en el lago navegable  más alto del mundo, la pesca ya no es lo que era.  Ahora,  mostrar  el legado patrimonial  a los  visitantes se ha convertido en la esperanza de una mejor calidad de vida.

Datos y   presupuesto

Congreso subacuático La Cooperación Técnica Belga (CTB)   coordina actualmente con  la Unesco la realización del Congreso Internacional de Arqueología Subacuática en Copacabana, que se llevará cabo  en julio de este año.

Exposición Asimismo, se está organizando  la exposición conmemorando los 50 años de la visita del explorador francés Jacques-Yves Cousteau a Bolivia.

Presupuesto El Reino de Bélgica asignó un millón y medio de euros para la realización del Proyecto del Lago. La contraparte local  aportó con 768.252,68 bolivianos.

Contacto   La oficina de la CTB en Copacabana está en la  avenida 6 de Agosto y 16 de Julio, plaza Sucre. El número para saber más   sobre los emprendimientos es 71566110.       Por su parte, la Red Apthapi trabaja con 50 emprendimientos y su página web: www.titicacaturismo.com
“Decidimos  optar por el turismo comunitario porque ya no tenemos más terrenos para ampliar nuestros cultivos”.

lunes, 12 de febrero de 2018

Centro Turístico de Chirapaca, un lugar para visitar


Vestida con una manta verde, pollera roja, sombrero plomo y cargada de un aguayo multicolor, Andrea López señala cada una de las figuras que están pintadas en una pared de roca de 200 metros de largo. “Aymara parlasim (voy a hablar en aymara)”, anuncia antes de contar que aquellos dibujos muestran las vivencias del lugar, “cuando había haciendas”. Relatos de aquellos tiempos, vista de nevados desde un mirador, pinturas rupestres, ingreso a una exhacienda y paseo en la laguna Colonial son las paradas obligatorias del Centro Turístico Comunitario de Chirapaca, que fue inaugurado a mediados de enero.

“Nuestros antepasados cuentan que las águilas negras eran viajeras, venían desde la cordillera de Los Andes hacia el cerro Kallani. Al pasar por la población de Ch’iyara (águila) Paka (negra) se quedaban a comer y dormir en la cima de Qala Wayu”, relata Juan Álvarez (de 52 años) a su hijo Juan Carlos Álvarez, investigador y poblador del cantón ubicado en el municipio de Batallas, en la provincia Los Andes.

Conscientes de los atractivos naturales, históricos y culturales de su cantón, la gente ha trabajado desde el año pasado para mostrar esta ruta, que empieza a los pies de una colina que se ha convertido en mirador, donde mujeres capacitadas en gastronomía por el Centro de Investigaciones de Energía y Población (CIEP) sirven el desayuno, consistente en leche con quinua y panqueque, antes de subir las gradas que conducen al observador, desde donde se puede contemplar la cordillera Real, con los principales nevados como protectores eternos de la altipampa.

Después de solazarse un momento se debe caminar por un sendero que lleva a una extensa pared  de piedra, que contiene una parte de la historia del pueblo. “Esto han dibujado las personas antes, cuando había haciendas. En ese tiempo, los k’aras solían chicotearnos, nos hacían correr a golpes. Las pinturas muestran toda esa vivencia”, narra Andrea, una mujer de pollera de 74 años que solo habla aymara y tiene mucho que contar.


Los gráficos son de color rojo, que si bien con los años están desapareciendo, conservan el momento en que alguien  pasta llamas y ovejas, una persona que se moviliza sobre un caballo, y gente que, tomada de la mano, parece estar danzando.

Desde las pinturas rupestres se debe caminar kilómetro y medio para pasar a la siguiente fase del itinerario, trecho en el que se puede disfrutar del verdor del campo.

En una especie de cancha de fútbol, que en realidad es una plazuela, está la exhacienda de los “patrones”, donde moraron al menos tres familias. El último de ellos fue Jorge del Solar, dice Andrea Segales, quien se ofrece a mostrar los detalles representativos de la casa de inicios del siglo XX que “han construido nuestros ancestros”.

La morada de estilo republicano tiene un patio amplio rodeado por portones y ventanales de madera, con un árbol en medio como testigo del apogeo y abandono de este lugar, que por un tiempo cobijó un regimiento militar, pero “los soldados se aprovechaban de los comunarios, robaban alimentos y mataban ganado”.

Como la vivienda no tiene documento de propiedad, hay una disputa por su tenencia, por eso “se ha entablado tratativas con diferentes ministerios para que esto sea transferido al Gobierno Municipal y que proyectemos obras”, expresa Reynaldo Gutiérrez, alcalde de Batallas, mientras que Andrea espeta que “este predio es de los ancestros, de nuestros abuelos”.

En tanto, la exhacienda está llena de catres, colchones y escritorios, con habitaciones que tienen el acompañamiento de goteras y paredes despintadas.

El proyecto es habilitar la exhacienda como refugio para turistas y museo. Con este propósito, José Alanoca expone un poco de su colección de antigüedades, desde máquinas de escribir Underwood y Royal, hasta una Wellington portátil. También hay máquinas de coser de 1871, un modelo Haid & Neu alemán y la clásica de Isaac Singer de 1850. Lámparas germanas, baúles de madera y radios a válvula completan el escenario de la habitación, que tiene en medio una estufa noruega que aún funciona.

Un poblador se protege de la lluvia dentro de uno de los pasillos de la exhacienda. Foto. Álvaro Valero

El recorrido termina en la laguna Colonial, que fue construida por capricho de uno de los “patrones”, quien hizo trabajar a los pobladores cinco años durante la Guerra del Chaco, según comentan los mayores. “Esas piedras han traído nuestros tatarabuelos del cerro Negro en burro o cargando”, refiere uno de ellos, quien participó en la rehabilitación de este espacio donde ahora hay  paseos en botes de plástico y balsas de totora. Estas aguas sirven también para la cría de 4.000 alevines de trucha, entregados por el Gobierno Departamental de La Paz con el fin de generar empleo.

“Lo que ven aquí en la laguna es el trabajo de cada comunario, ya sean niños, jóvenes, adultos y de la tercera edad”, recalca Secundino Álvarez, quien elaboró este proyecto turístico en  Chirapaca, pueblo que ofrece un día de paseo por estas tierras ávidas de visitantes, para seguir contando historias de antes de la Reforma Agraria, navegar en el estanque que guarece miles de truchas y observar las pinturas que aún tienen mucho por explicar de los cerros a los que llegaban las águilas negras.

Un día de visita al puebloEl recorrido por los sitios atractivos de Chirapaca cuesta Bs 50 por persona, que incluye desayuno y almuerzo, además de la visita guiada al mirador, las pinturas rupestres, la exhacienda y la laguna Colonial. El paquete no incluye el transporte desde La Paz. El pasaje a este cantón del municipio de Batallas desde la terminal de El Alto vale Bs 5.

Para más información y reservas se puede llamar al teléfono 74005312.